sábado, 6 de julio de 2013

MAXIMA FIABILIDAD EN CONDICIONES EXTREMAS


En las últimas fechas vengo dándole bastante importancia a la fiabilidad en las personas. Lo que ocurre es que, como muchas palabras, con el uso se ha desdibujado.  Por ello, me planteo reflexionar sobre lo que significa y tener una idea de si debo de darle tanta importancia.

Según el diccionario RAE:
fiable.
1. adj. Dicho de una persona: Que es digna de confianza.
2. adj. Que ofrece seguridad o buenos resultados. Mecanismo fiable. Método fiable.
3. adj. Creíble, fidedigno, sin error. Datos fiables.

Y está bastante bien definido, pero cuando se trata de la fiabilidad en las personas, quizás es necesaria una pequeña explicación.

Vamos con las tres acepciones, pero en orden inverso:

En primer lugar, una persona fiable es una persona creíble. Debe de ser sincera y honesta, sin duda, pero además debe de ser fidedigna. Hay una cosa que me pone muy nervioso y es cuando se re-escribe el pasado. Es decir, cuando se habla de algo, se queda en que las cosas son de una determinada manera pero, al cabo del tiempo, la narración que te hacen cambia el contexto. Muchas veces es un truco mental que nos hacemos para dibujar el pasado como nos hubiese convenido que hubiese sucedido, en cualquier caso sigue implicando una falta de fiabilidad.

En segundo lugar, una persona fiable es una persona que ofrece seguridad en el resultado. No es solo que ofrezca buenos resultados –esto es subjetivo- sino que te transmita seguridad en cual va a ser el resultado. Para mi, la clave de esto tiene que ver con las expectativas. De una persona divertida te esperas diversión, de una persona reflexiva te esperas reflexión, de una persona que te aprecia te esperas aprecio,… El salirse del registro está bien en determinados momentos, le da gracia, pero cuando esto se convierte en rutina da lugar a personas impredecibles y las personas impredecibles no son fiables.

El tercer punto tiene que ver con la confianza. Confiar es una opción. Nosotros decidimos confiar en una persona o no hacerlo. Cuando no lo hacemos sabemos que nos exponemos a vivir con una determinada tensión todo el proceso y cuando si lo hacemos apostamos a ciegas obviando el riesgo. Personalmente, cuando decido confiar en alguien trato de descontar las pérdidas “bueno, si me falla, habré perdido esto”, pero es difícil si te importa realmente lo que arriesgas. Es entonces cuando se pone en valor la fiabilidad. Vivimos en un mundo superconectado en el que tu puedes fallar una vez, dos, pero si es una constante, tendrás que cargar con la etiqueta de “poco fiable” y de esa etiqueta huye la gente

Sin duda, la vida es más fácil cuando te rodeas de gente fiable, de gente sin conflictos y sin impredecibilidades, de gente de verdad, con una sola cara, de gente con la que te relacionas sin tensiones ni incertidumbres aún en las condiciones más extremas.
Por tanto declaro que solo quiero tener a mi lado a gente fiable.
Y lo digo sincera y honestamente, lo digo porque es lo que se espera de mi, y podéis confiar en que lo haré
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