domingo, 25 de mayo de 2014

EL SÍNDROME DE ARBELOA



El síndrome de Arbeloa no lo padece Arbeloa.
Lo padecemos todos los demás.

Es un síndrome por el que criticamos lo que hace la gente y no la intención.
Alvaro Arbeloa es un futbolista del Real Madrid y de la Selección que ganó el mundial. Se caracteriza por su solidez defensiva y por algunas limitaciones ofensivas, más que otros jugadores de su posición. El caso es que es receptor de críticas cada vez que intenta proyectarse en ataque y se le recrimina su “calidad”.
Arbeloa es un tipo honrado, que no engaña a nadie. Nunca ha vendido cualidades que no tuviese ni ha intentado nada que creyese saber hacer pero, de cara al público, es culpable. Es disciplinado tácticamente y no regatea esfuerzo, pero su pecado es no ser mejor de lo que es. Como si tuviese la culpa de que el entrenador confiase en él.

Imperdonable…

Me considero profundamente luterano, no en lo religioso pero si en lo conceptual. Creo en las 5 solas de Martín Lutero, especialmente en Sola Fide, es decir, lo importante es la fe con la que se hace el acto, no el acto en sí. 
En España se sanciona que el mechero le de al jugador, no que se lance al campo. Creo que lo grave de saltarse un paso de peatones no es el hecho en sí, es el hacerlo sin que nos importe el riesgo. Todos lo hacemos, pero hay algunos que se arrepienten y piden perdón y otros a los que les da igual. Hay algunos que tienen menos posibilidades de volver a hacerlo que otros.

Todos hacemos daño a los que nos rodean por egoísmo y casi siempre tratamos de vestirlo de cosas que no son. Sin embargo, hay personas en la vida que te dicen las verdades a la cara, que te enfrentan a tus actos y te hacen ser consciente de los ”por qués”. 
Son los terapeutas del síndrome de Arbeloa, los que te hacen ser mas honrado. Con las mismas carencias, pero sin esconderlo
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EL CRITERIO PROPIO


Hoy hay elecciones y se pone de manifiesto una de las 5 solas de la doctrina luterana: Sola Scriptura.
Me considero profundamente luterano, no en lo religioso pero si en lo conceptual y lo que viene a decir la sola es que la Biblia es la que es y no la interpretación que nos hagan de ella voces supuestamente autorizadas. Es decir, si quiero saber lo que dice la Biblia tengo que leer la Biblia y si quiero saber si una ley es buena o mala, no tengo que ir a leer El Mundo o El País, tengo que ir a leer la Ley.

Me pregunto cual es el número de descargas de los programas electorales de los partidos, pero me temo que en esta sociedad latina antropológicamente, somos de mucho aspaviento con poca información.

Yo lo hago y creo que sería bueno que en los programas no solo figurasen promesas y buenas intenciones, sino también las contraprestaciones necesarias para cumplirlas. Para evaluar una opción, me gustaría saber lo que cuesta. Es decir, si quiero menos recortes tengo que pagar más impuestos y si quiero estar en Europa, tendré que apoyar a países menos ricos –como lo hicieron conmigo hasta ahora-. De verdad que no me asusta, solo quiero saberlo. Me gustaría que los políticos tuviesen, por obligación, que decir lo que cuestan sus promesas. “Les prometo que crearé empleo y para ello tengo que apoyar a los empresarios”. “Les prometo que tendremos una sanidad pública y para ello les pido que sean más solidarios en su contribución”.

Creo que la aceptación de que en la vida nada te viene gratis nos convertiría en una sociedad más madura.

Más madura y más Luterana conceptualmente

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