El síndrome de Arbeloa no lo padece Arbeloa.
Lo padecemos todos los demás.
Es un síndrome por el que criticamos lo que hace la gente y
no la intención.
Alvaro Arbeloa es un futbolista del Real Madrid y de la
Selección que ganó el mundial. Se caracteriza por su solidez defensiva y por
algunas limitaciones ofensivas, más que otros jugadores de su posición. El caso
es que es receptor de críticas cada vez que intenta proyectarse en
ataque y se le recrimina su “calidad”.
Arbeloa es un tipo honrado, que no engaña a nadie. Nunca ha
vendido cualidades que no tuviese ni ha intentado nada que creyese saber hacer
pero, de cara al público, es culpable. Es disciplinado tácticamente y no
regatea esfuerzo, pero su pecado es no ser mejor de lo que es. Como si tuviese la culpa de que el entrenador confiase en él.
Imperdonable…
Me considero profundamente luterano, no en lo religioso pero
si en lo conceptual. Creo en las 5 solas de Martín Lutero, especialmente en
Sola Fide, es decir, lo importante es la fe con la que se hace el acto, no el
acto en sí.
En España se sanciona que el mechero le de al jugador, no que se
lance al campo. Creo que lo grave de saltarse un paso de peatones no es el
hecho en sí, es el hacerlo sin que nos importe el riesgo. Todos lo hacemos, pero hay
algunos que se arrepienten y piden perdón y otros a los que les da igual. Hay algunos que
tienen menos posibilidades de volver a hacerlo que otros.
Todos hacemos daño a los que nos rodean por egoísmo y casi
siempre tratamos de vestirlo de cosas que no son. Sin embargo, hay personas en
la vida que te dicen las verdades a la cara, que te enfrentan a tus actos y te
hacen ser consciente de los ”por qués”.
Son los terapeutas del síndrome de Arbeloa, los que te hacen
ser mas honrado. Con las mismas carencias, pero sin esconderlo
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