Mi madre me decía que la palabra mágica era "por favor".
Me engañaba.
No solo porque sean dos palabras y no una, sino porque esa expresión no ayuda a modificar la conducta del otro. O no lo hace en la medida en que lo hace otra palabra. Una palabra que cuesta decir, que solo surge de la sinceridad, que esta en claro desuso.
Definitivamente, la palabra mágica es "perdón".
Cuando alguien hace una barbaridad al volante, basta con que pida perdón para que entiendas que sabe que lo ha hecho mal, que hay autocrítica, que la próxima vez lo intentará hacer mejor. Lo mismo ocurre cuando lo hacemos nosotros. En el momento en que pedimos perdón, vemos como el otro se tranquiliza y pasa página. No solo ocurre en el trafico, también en la calle, en el trabajo o en casa. El efecto mágico de la palabra perdón diluye las discusiones y atenúa los reproches.
¿Pero porque no la usamos mas a menudo?
¡Ay amigo! Ese es otro cantar. Pedir perdón implica ponerse en el lugar del otro. Implica ponernos en una posición de inferioridad y también es un ejercicio de humildad. Y si algo nos falta a los españolitos es humildad, así como tampoco tenemos arraigados conceptos como la empatía ni la solidaridad.
Pero, aun así, no tiro la toalla. Espero que, a base de pedir perdón hasta cuando no hace falta, cunda el ejemplo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario